EUROPA
PRESS
23 agosto
2021
Cómo
funcionan los fotoprotectores solares: aprende a usarlos bien
Aunque prácticamente ya debemos
emplearlos durante todo el año, es en verano cuando más consumimos
fotoprotectores solares. Es el momento en el que más expuestos estamos al sol,
pero bien es cierto que debemos protegernos frente a él ya todos los días del
año. ¿Sabes cómo realmente funcionan y cómo elegir el mejor?
En una entrevista con Infosalus,
el doctor Francisco José Ferrando Roca, dermatólogo del Hospital La Salud de
Valencia, y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología
(AEDV) explica que los fotoprotectores solares son cosméticos que tienen como
finalidad la protección de la piel humana frente a los efectos nocivos del sol.
Para ello dice que se valen de la incorporación de
ingredientes cosméticos, los denominados 'filtros solares', que tienen la
propiedad de reflejar, de absorber o de dispersar los rayos solares, de modo
que permiten una exposición solar más prolongada y con menor riesgo.
"Los productos de protección solar normalmente actúan
frente a las radiaciones UVB y UVA. Deben carecer de toxicidad aguda o crónica
y no ser susceptibles de causar irritación, ni ninguna otra reacción
sensibilizante, además de ser compatibles con el resto de los componentes de la
formulación y ser estables frente al calor, la humedad, la luz intensa y el pH
de la piel", afirma el experto.
Es más, sostiene que la industria cosmética dispone
actualmente de un amplio rango de filtros solares que están regulados según
normativa europea y su clasificación hace referencia a su mecanismo de acción,
distinguiéndose así entre filtros físicos, químicos y biológicos:
·
Filtros Físicos: Se incluyen los pigmentos inorgánicos (óxido de cinc,
dióxido de titanio, mica), opacos a la radiación solar, característica que les
permite actuar a modo de pantalla, de forma que por una parte reflejan la luz y
por otra la absorben, ofreciendo así una extraordinaria protección frente a la
radiación solar.
Las presentaciones más
innovadoras de este tipo de filtro persiguen tamaños de partícula cada vez más
pequeños. Así se evita el tono blanquecino que dejaban en la piel las
formulaciones iniciales, sin menguar por ello la protección requerida. A pesar
de la gran eficacia protectora que tienen estos filtros, las formulaciones
cosméticas suelen combinarlos con otros para conseguir preparaciones con un
factor de protección solar (FPS) más alto, mayor fluidez y características
organolépticas que los hagan más agradables al tacto y más fáciles de aplicar.
·
Filtros Químicos: Se trata mayoritariamente de compuestos orgánicos
aromáticos, capaces de absorber radiaciones energéticas con longitudes de onda
propias del espectro ultravioleta.
Actúan impidiendo la transmisión
de la radiación hacia los tejidos subyacentes, evitando así los efectos
perjudiciales que provoca la radiación solar sobre ellos. Su capacidad
protectora está condicionada por la longitud de onda que sea capaz de absorber
la molécula (UVB, UVA), razón por la que normalmente se utilizan combinaciones
de filtros para aumentar su efectividad y conseguir un espectro de absorción lo
más amplio posible. Los filtros más empleados son el PABA (ácido p-amino
benzoico). Todos ellos deben presentar una buena estabilidad química y tolerabilidad
cutánea.
·
Filtros Biológicos: Son moléculas con propiedades antioxidantes, cuya acción
radica en el secuestro de los radicales libres responsables del envejecimiento
cutáneo y del cáncer fotoinducido. Los máximos representantes de este tipo de filtro
son el ácido ascórbico y el tocoferol.
Estos ingredientes activos
suelen incluirse en las nuevas formulaciones solares, ya que adicionalmente
presentan una acción coadyuvante de la actividad fotoprotectora de los filtros
físicos y químicos, mejoran el aspecto y la elasticidad de la piel, además de
potenciar el subsistema inmunológico cutáneo.
La importancia del factor de protección
Asimismo, el experto del Hospital La Salud de Valencia hace
referencia al Factor de Protección Solar o FPS, "el cociente entre la
dosis eritematógena mínima en una piel protegida por
un producto de protección solar y la dosis eritematógena
mínima en la misma piel sin proteger".
Es decir, según explica, el FPS indica el tiempo que se
puede permanecer expuesto al sol con la piel protegida en comparación con la
piel sin protección, hasta la aparición del eritema: "El valor numérico
que aparece en el envase de un protector solar se refiere básicamente al efecto
protector frente UVB".
La cantidad importa y reponer cada dos horas también
Por su parte, la dermatóloga Andrea Combalia,
advierte también a Infosalus de que es muy importante
revisar la cantidad de crema solar que nos aplicamos, alertando de que es
importante que ésta sea la adecuada para que la fotoprotección funcione
correctamente. "Habitualmente aplicamos menos de la necesaria",
confiesa, siendo lo necesario en torno a dos dedos en la piel o una cucharada
de café, según apunta.
Es más, insiste en que la reaplicación de la fotoprotección
solar es igual de importante, sobre todo si acudimos a la playa o a la piscina,
o a un lugar con una exposición prolongada. Para hacerlo todavía de la forma
más correcta posible aconseja su empleo en función de las indicaciones del
fabricante, si bien destaca que la OMS recomienda reponer la crema cada dos
horas por el sudor o si estás en la playa y mantienes contacto con la arena,
por ejemplo.
Ve interesante en este contexto el empleo de ropa textil, el
usar tejido con protección solar frente a la radiación UV, así como gafas de
sol, y tanto en adultos como en menores. "La protección frente al sol no
solo viene de los cosméticos sino también de la ropa y los accesorios con
protección que empleemos como las gorras o sombreros por ejemplo",
sentencia Combalia, quien este año ha publicado 'Piel
Sana in Corpore sano' (Grijalbo).